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Fundada en 1549, Salvador de Bahía fue la primera capital de Brasil hasta 1763, y para muchos sigue siendo el alma del país por su riqueza natural y cultural. La ciudad antigua invita al viajero a recorrer su pasado histórico por las calles del Pelourinho, descubrir la extraordinaria diversidad que habita las aguas de la Bahía de Todos los Santos o adentrarse en la exuberante belleza de los encantadores pueblos que jalonan la costa bahiana: Cachoeira, con su esencia mestiza de edificios coloniales y templos de candomblé; Morro de São Paulo, perfecto para disfrutar de un día de playa en las piscinas naturales que forman sus arrecifes de coral; o Imbassaí, una espectacular reserva natural con un sinfín de actividades de ecoturismo.
La herencia portuguesa y africana marca el carácter de Salvador de Bahía. Se percibe en sus casas coloniales, los azulejos de sus iglesias, sus ritmos vibrantes y el candomblé. Esta esencia mestiza asoma en cada rincón del barrio del Pelourinho, el centro histórico declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco en el año 1985. En sus laberínticas calles adoquinadas asoman majestuosos edificios coloniales de los siglos XVII y XVIII, conventos barrocos, como el de São Francisco, e iglesias con fachadas de estilo rococó como la de Nosso Senhor do Bomfim. Descendiendo a través del espectacular Elevador Lacerda, un llamativo ascensor de tintes Art Decó de 1873, se llega a la Bahía de Todos los Santos, donde se puede disfrutar de las espectaculares vistas del fuerte de San Marcelo. Otras alternativas de ocio son la visita al Museu de Arte da Bahia, un paseo por el Mercado Modelo o divisar la puesta de sol desde el hermoso Farol da Barra.
A sesenta kilómetros de Salvador de Bahía, escondida al fondo del Recôncavo, en la desembocadura del río Paraguazú, se encuentra esta coqueta ciudad colonial que data del siglo XVI. Sus calles, flanqueadas de edificios históricos, descienden hacia el río, donde se junta el Brasil moderno y antiguo, con un ajetreo de gentes de todas las edades, culturas y religiones.
El Convento do Carmo alberga uno de los museos de arte sacro más importantes del país. En la sacristía se pueden observar esculturas de Cristo mestizas (con ojos achinados y bigote) que simbolizan el ideal brasileño de la unión universal. Los más curiosos pueden visitar también un templo de candomblé, una religión que se remonta a cuando la iglesia católica prohibió los ritos de los esclavos africanos, quienes tuvieron que buscar la manera de fusionar sus dioses con los católicos para poder seguir practicando sus creencias.
Morro de São Paulo es un encantador pueblecito rodeado de paradisiacas playas tropicales y exuberante vegetación. A él solo se puede llegar en avión o en barco, por lo que te recomendamos esta última opción para disfrutar de un relajante día recorriendo el litoral brasileño (el viaje dura unas dos horas en mar abierto), bañándote en las pequeñas piscinas naturales que forman los arrecifes de coral cuando baja la marea y saboreando un refrescante mojito en los puestos callejeros de este paraíso libre de tráfico. Entre los lugares de interés que puedes visitar destacan la Fortaleza de Tapirandú, construida para evitar las invasiones holandesas en la época de la colonización, y la Fonte Grande, que abastecía de agua dulce a los primeros pobladores y los esclavos africanos.
Los primeros meses del año, entre diciembre y abril, las grandes ballenas grises y jorobadas se acercan a la costa en su migración anual desde las frías aguas de Alaska hasta las cálidas bahías brasileñas, donde se aparean y dan a luz a sus crías. ¡Todo un espectáculo que no te puedes perder! En tu hotel podrás informarte sobre cómo contratar esta inolvidable experiencia que te permitirá acercarte en barco a estos seres majestuosos y curiosos, que suelen emerger del agua para ver más de cerca a los turistas.
Los amantes del ecoturismo y del turismo de aventuras deben visitar la espectacular Reserva Natural de Sapiranga. Esta densa área de Mata Atlántica está situada en Mata de São João, a tan solo dos kilómetros de Praia do Forte. Se trata de un verdadero santuario ecológico donde grandes y pequeños podrán disfrutar de la abundante flora y fauna autóctonas, como las orquídeas, las bromelias, los osos hormigueros, los perezosos y los erizos. Además, puedes alquilar un kayak y descender por los tres ríos que atraviesan la reserva para terminar con un refrescante chapuzón en alguna de sus cascadas. También hay tirolinas y un sinfín de senderos para recorrer en bicicleta o bugui.
Las cálidas y cristalinas aguas de Salvador de Bahía son excepcionales para practicar deportes acuáticos. Los más atrevidos pueden sumergirse en sus costas para descubrir los espectaculares arrecifes de coral y explorar los restos submarinos de los antiguos naufragios. Si prefieres un plan más tranquilo, nada como alquilar unas gafas de esnórquel para descubrir la flora y fauna subacuática del rico litoral bahiano. Consulta al equipo de tu hotel cuáles son las agencias de confianza que ofrecen este tipo de experiencias en Salvador de Bahía.
Entre Praia do Forte y Costa do Sauipe, a tan solo ochenta y tres kilómetros de Bahía, se encuentra este encantador pueblecito pesquero de playas paradisiacas y abundante naturaleza. Situado en plena reserva natural, sus caminos atraviesan dunas, pantanos, lagunas y el imponente río Imbassaí, que se une al océano Atlántico entre hileras de exóticos cocoteros. Además de sus callecitas repletas de tiendas de artesanos y encantadores restaurantes de esencia bahiana, uno de los principales atractivos turísticos de este lugar es el Projeto Tamar, encargado de proteger a las tortugas marinas y otras especies en peligro de extinción en las costas de Brasil.
Bahía, Brasil