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Nueva York no solo es famosa por sus escenarios de película y su fascinante propuesta cultural, sino también por su increíble oferta gastronómica. La ciudad es un crisol de culturas y tradiciones, y esto se refleja en su cocina, donde se mezclan sabores locales y de todo el mundo. De hecho, los platos más genuinamente neoyorquinos no son originarios de Nueva York, sino que provienen del recetario judío, italiano o centroeuropeo.
Si algo tiene Nueva York es que es una ciudad en la que puedes encontrar lo que se te antoje, su mezcla de culturas da forma a los barrios y eso se traslada inmediatamente a su gastronomía, donde la variedad de establecimientos y puestos callejeros es infinita. A continuación, te dejamos una selección de los bocados que no te puedes perder: desde el tradicional hot dog hasta el suculento delmonico steak.
Este clásico de la comida neoyorquina es una herencia de la comunidad judía que llegó a Nueva York a finales del siglo XIX. Se trata de un pan redondo con un agujero en el centro, de corteza crujiente y miga densa, que primero se hierve en agua con bicarbonato y luego se hornea. A continuación, se corta a la mitad y se rellena. Lo puedes encontrar con diferentes tipos de relleno, tanto dulces como salados, aunque el más popular es el bagel de queso crema y salmón ahumado. Los neoyorquinos suelen consumirlo en el desayuno o como tentempié a lo largo del día.
Un clásico de la comida callejera de Nueva York es la pizza. Aunque este plato tiene sus orígenes en Italia, la versión neoyorquina ha alcanzado fama internacional. La pizza en Nueva York se caracteriza por tener una base muy fina y crujiente, con una generosa capa de salsa de tomate, especias y queso mozzarella. El tamaño de la porción es enorme, por lo que se sirve en un plato de cartón, y lo tradicional es doblarla a la mitad para poder comerla con una sola mano mientras paseas por las bulliciosas calles de la ciudad. Además de la emblemática plain slice (la de queso), son populares la de pepperoni, verdura, la melanzane (con trozos de berenjena rebozada y frita) e incluso la de albóndigas o macarrones.
El hot dog es el rey de la comida rápida y callejera de la Gran Manzana. Encontrarás carritos de perritos calientes en prácticamente todas las esquinas, especialmente en lugares emblemáticos como Central Park o Times Square. Los hay clásicos, atrevidos e, incluso, gourmets. El más popular consiste en una salchicha de carne de ternera o cerdo servida en un panecillo, que suele acompañarse con mostaza, kétchup y cebolla. Aunque en tu visita a Nueva York podrás comprobar que las combinaciones son infinitas. Las salchichas llegaron de la mano de emigrantes de Europa central; así pues, los locales más famosos son de origen judío y alemán.
El pastrami es otra de las contribuciones de la comunidad judía a la cultura gastronómica de Nueva York. Con este embutido, se elabora uno de los sándwiches más icónicos de la Gran Manzana, el sándwich de pastrami o pastrami on rye. Se trata de una carne de ternera curada y ahumada, que se sirve en pan de centeno con col fermentada o pepinillos encurtidos, mostaza, mayonesa y rúcula. El local más famoso para degustarlo es el Katz's Delicatessen del Lower East Side, conocido por su aparición en 1989 en la película Cuando Harry encontró a Sally.
La hamburguesa es el plato estrella americano. En Nueva York, además, las hay de todas las clases y precios: desde las elaboradas en icónicas cadenas de comida rápida hasta las recetas de restaurantes con estrella Michelin. La hamburguesa neoyorquina clásica es sencilla: pan de hamburguesa, carne picada de ternera, american cheese, lechuga, tomate, cebolla, pepinillos y beicon crujiente. Por lo general, se acompaña de mostaza y kétchup. Entre las más valoradas por los neoyorquinos están Bareburguer, Five Guys o las de Corner Bistro.
Si buscas un bocado más sofisticado, tienes que probar el sabroso delmonico steak. Este corte de carne se popularizó en el famoso Delmonic's Restaurant, que abrió sus puertas en el distrito financiero de Manhattan en 1837 y está considerado como uno de los primeros restaurantes de alta cocina en Estados Unidos. Normalmente, se prepara con la parte superior de la costilla de la res o con el solomillo, que son los cortes más tiernos y sabrosos. Se cocina a la parrilla y se sirve con un acompañamiento sencillo, como patatas o verduras. Su suculento sabor y jugosidad lo convierten en el plato imprescindible para los amantes de la carne.
La tarta de queso es el postre más emblemático de la ciudad de Nueva York. Aunque esta receta aparece en muchas culturas, la cheesecake neoyorquina se caracteriza por ser una tarta densa y cremosa, elaborada a partir de toneladas de queso crema (en lugar de requesón o ricotta, como ocurre en otras versiones), nata, huevos y azúcar. La más tradicional no lleva nada más, aunque se puede acompañar de fruta fresca, como fresas o arándanos. Uno de los sitios más famosos para degustar este delicioso postre es Junior's en Brooklyn, que lleva sirviendo su famosa tarta de queso desde 1950.
La tarta de manzana es un símbolo nacional y en Nueva York encontrarás su mejor versión. Después de patear la Gran Manzana, no hay un plan mejor que sentarse a saborear una apple pie recién horneada con su corteza crujiente y su relleno de manzanas, azúcar y especias. Por lo general, se acompaña de una bola de helado de vainilla o nata montada. Si además te pides un café americano o un latte, te sentirás como un auténtico neoyorquino.
El estado de Nueva York destaca por sus vinos frescos y dinámicos, aunque la bebida por excelencia de la Gran Manzana es el cóctel.
Finger Lakes AVA es el área de producción vinícola más importante del estado de Nueva York. Los profundos lagos glaciares de esta región retienen el calor hasta bien entrado el mes de noviembre, lo que contribuye a elevar la temperatura del aire y extender el periodo de maduración de los viñedos.
Los inviernos, en cambio, son muy fríos, similares a los de países centroeuropeos como Alsacia o Alemania. Por tanto, es habitual que los productores apuesten por variedades como las aromáticas riesling y gewürztraminer. El resultado son vinos frescos y dinámicos, con gran acidez y longevidad.
La región también produce pinot noir, cabernet franc y chardonnay, así como vinos elaborados con variedades americanas, como la concord y la niágara. No dejes pasar la oportunidad de visitar algún wine bar de Nueva York para saborear estos magníficos caldos.
No hay nada más neoyorquino que disfrutar de un cóctel mientras disfrutas del skyline de la ciudad. Aunque si prefieres algo más genuino, la ciudad está llena de bares donde dar la bienvenida a la noche con una copa en la mano en un ambiente íntimo y relajado.
Uno de los más populares es el Manhattan, un cóctel elegante elaborado con whisky, vermut dulce y unas gotas de angostura. Si eres fan de la serie Sex and the City, seguramente conoces el Cosmopolitan, la bebida favorita de Carrie y sus amigas. Se prepara con vodka, Cointreau, zumo de arándanos y lima.
Otro clásico es el Dry Martini, popularizado por el personaje de James Bond en los años cincuenta. Lo tradicional es prepararlo con ginebra aromatizada y tres aceitunas y tomarlo a la hora del aperitivo. Recuerda pedirlo «shaken, not stirred» (agitado, no mezclado).